CUERPO Y ALMA
Cordero desgrasado, mermelada de damasco, pan mojado en leche
mientras cebollas, ajo y jenjibre se suavizan
sin haber olvidado las bananas,
las hojas de laurel
ni dos huevos batidos en la leche sobrante
y todo para ser horneado, y servido
sobre una base de arroz azafranado
cosas que se consiguen
en la mayoría de los buenos kioskos, el único
todavía abierto, el triste negocio
que también vende zoquetes en pilas de a seis
grises, azul marino, negros, puestos en una canasta
como un altar cerca de las góndolas frías
donde manteca, leche, fiambres, queso
se ubican detrás de velos de plástico,
todo el negocio un altar para mantener la desolación
oh compradores de sombríos zoquetes y manteca
los insomnes que se levantan
y llegan corriendo al lugar, descalzos, sin aliento
señalándole cosas a la mujer sentada detrás del mostrador
delante de los cigarrillos, al lado de la máquina del Lotto, cerca
de los bastoncitos de chocolate; y el que vuelve a casa caminando, cansado
desde la fiesta lejana, el cordero desgrasado, el fuego lento
debajo de la pesada sartén, el ajo, las cebollas, la luz
damasco, el pasto lechoso, los corderos danzantes
en los cráteres del planeta, las mujeres durmiendo sobre camas de jenjibre
entrando en un sueño para comprar
brazaletes, sedas, mermelada de damascos.
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